Ludwig Van Beethoven a 250 Años de su natalicio

Por Susana Meza Serrano

Ludwig Van Beethoven a 250 Años de su natalicio

Presencia, herencia y trascendencia 

Vivimos tiempos de cambio y el 2020 es un año que ha marcado un antes y un después en la historia contemporánea de la humanidad, pero también es una fecha en la que se conmemoran 250 años del natalicio de un hombre que revolucionó la música, trascendiendo su propia tragedia hasta convertirla en un poderoso legado de innovación artística y ejemplo de amor a la vida, estamos hablando de Ludwig van Beethoven. 

Nuestro personaje nace en Bonn, Alemania un 16 de diciembre de 1770, su madre tenía como nombre María Magdalena Keverich y su padre quien fue músico y tenor de la Corte Electoral se llamaba Johan van Beethoven, éste último ambicionó el tener en Ludwig un niño prodigio, un nuevo Mozart, pero el pequeño al no responder a las expectativas explotadoras musicales y económicas de su papá, fue objeto de maltrato, sin embargo y a pesar de ello, Ludwig en 1779 dio paso a su verdaderos dotes musicales. 

Cronológicamente la obra de Beethoven va desde el clasicismo hasta los inicios del romanticismo, incluso hay quien dice que fue el compositor que más caracterizó al período romántico, contribuyendo también al desarrollo de la orquestación moderna. 

Su obra en 3 etapas: 

1º etapa: Obras escritas hasta el año 1800, siguiendo modelos de Mozart y Haydn (primeros conciertos para piano). 

2º etapa: 1801 hasta 1814, madurez musical y estilo propio (Opera Fidelio, sus primeras ocho sinfonías, conciertos del 3 al 5 para piano y su concierto para violín). 

3º etapa: 1814 a 1827, innovación artística y expresión personal (Sinfonía 9, Missa solemnis, últimos cuartetos para cuerda y últimas sonatas para piano). 

La sordera de Beethoven aparece en 1802 y contribuyó a que nuestro compositor desarrollara una personalidad irascible, rechazando todo aquello que no fuera congruente con sus ideas, al grado que no le gustaba autoconsiderarse como un simple súbdito palaciego, por lo que fue el primer músico de todos los tiempos que consiguió independizarse y vivir a base de encargos musicales sin estar al servicio directo de la corona, aunque también por convicción jamás se desvinculó de la nobleza y a pesar de su mal carácter siempre tuvo amigos fieles, que lo seguían por su ética, talento y calidad musical. 

Si bien Beethoven nunca se casó, se puede afirmar que tuvo una vida sentimental que alimentó su creatividad, al igual que lo hicieron las ideas de la ilustración, influyendo en su búsqueda e innovación artística, un claro ejemplo de ello, fue su Tercera Sinfonía, llamada “Heroica”, la cual rompió con los moldes sinfónicos de aquella época, por otro lado, la Quinta Sinfonía, compuesta entre 1804 y 1808, es la obra más famosa de nuestro personaje, tanto que en su momento; E.T.A. Hoffman escritor prusiano, la describió como “una de las obras más importantes de todos los tiempos”; sin embargo, donde encontramos una absoluta influencia de la convicción de Ludwig sobre el humanismo, es con el poema titulado “Oda a la alegría” de Schiller, el cual se utilizaría en el “Himno a la Alegría” de su Novena Sinfonía, también conocida como «Coral»; que es quizás, una de las obras más trascendentes de la creatividad musical, incluso en el año 2001 la partitura original de esta sinfonía se inscribió en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO, formando parte de la herencia espiritual de la humanidad. 

Beethoven murió en Viena el 27 de marzo de 1827, víctima de varias afecciones crónicas, su funeral se llevó a cabo días después y registró una asistencia mayor a las 20,000 personas, entre las que se encontraban Schubert y otros connotados artistas de la época que eran sus fervientes admiradores. 

Hoy día, la presencia de Beethoven va más allá de ser un emblema de la música, debido a que contribuyó a desarrollar un balance entre la expresión artística y el espíritu humano, es decir complementó el virtuosismo clásico con una mayor relevancia de sentimientos y emociones sobre la partitura. 

Queda abierta la invitación a reconocer, escuchar, valorar y preservar el legado de aquel hombre sordo, fustigado con una historia de vida dramática, que a 250 años de su natalicio sigue demostrando que su música logra consolar y aliviar el espíritu humano, trascendiendo el tiempo y creando arte sublime. 

Ludwig van Beethoven, un genio, un innovador y un espíritu generoso ilimitado. 

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