

Texto y fotos: Alexandru Otero Tamayo M.
Francia
En un mundo plenamente globalizado, donde el turismo vive un auge post-pandemia y el papel de las redes sociales influye cada vez más en las decisiones de viaje, elegir el próximo destino vacacional puede convertirse en una tarea más compleja de lo que parece. La paradoja del viajero moderno es clara: todos buscamos lugares únicos, pero las mismas plataformas que nos inspiran nos llevan, inevitablemente, a los mismos sitios.
Y pocas regiones encarnan mejor esa contradicción que la Côte d’Azur. Su fama —construida sobre décadas de cine, glamour y veranos infinitos— la ha convertido en sinónimo de sofisticación, pero también en un territorio saturado. Sin embargo, incluso dentro de esta franja dorada del Mediterráneo existen rincones que escapan al radar de la mayoría: pueblos costeros y rutas con un aire más local que recompensan a quienes se aventuran un poco más allá de los reflectores de Cannes o Saint-Tropez.
Toulon
De camino hacia Cassis, Toulon marca este cambio de ritmo. Ciudad portuaria tradicional, sigue siendo un importante centro naval, pero también un lugar donde la vida local domina la escena turística. Su mercado provenzal, vivaz y auténtico da una primera impresión de cómo se vive aquí. Las fachadas de colores cálidos, los cafés al aire libre al mediodía, el mar: todo empuja a desacelerar.
Desde el funicular del Mont Faron se obtiene una panorámica que resume muy bien este tramo de la costa: una mezcla de puerto activo, mar amplio y silencio digno de saborear con calma. No es el espectáculo de la Riviera clásica; es la Riviera tal como era antes de las masas.
Alojarse aquí significa elegir un ritmo distinto: dormir con el sonido del mar, cenar temprano en una terraza sin prisa, despertarte sin alarma y planear cómo vas a pasar el día (una caminata, un barco, explorar tiendas locales).
Tip: Para hospedarse, puedes apostar por un hotel céntrico o un pequeño bed & breakfast junto al puerto: suficiente comodidad, sin pretensiones de “lifestyle”.
Cassis
Un poco más adelante, la carretera serpentea entre viñedos y acantilados y desemboca en Cassis, pueblo costero con encanto, casi como un secreto bien guardado. El puerto de Cassis, con sus barcas de pesca, terrazas frente al agua y casas bajas de colores, tiene la calma de los lugares que saben que ya están ganados.
Por la mañana, los cafés junto al muelle son escenario de desayunos tardíos, mientras el olor del mar se mezcla con el pan recién horneado. Al atardecer, la luz tiñe el agua y el muelle de tonos cálidos: una invitación a detenerse y mirar.
Alojarse aquí significa elegir un ritmo distinto: dormir con el sonido del mar, cenar temprano en una terraza sin prisa, despertarte sin alarma y planear cómo vas a pasar el día (una caminata, un barco, explorar tiendas locales).
Tip: Para quienes quieran disfrutar de las vistas de la costa entre Toulon y Cassis, tomar el tren es una excelente opción: además de ser cómodo, permite apreciar el paisaje de manera relajada.


Parque nacional de Calanques.
Desde Cassis comienza una de las zonas naturales más impactantes del sur de Francia: el Parc national des Calanques. A solo unos minutos del centro, el paisaje cambia por completo. La carretera desaparece y el terreno se transforma en una sucesión de acantilados de piedra caliza que caen directamente sobre el Mediterráneo.
Las tres calanques más emblemáticas —Port Miou, Port Pin y En-Vau— forman una ruta ideal para quienes disfrutan de la naturaleza con algo de acción. Port Miou, la más cercana a Cassis, es una estrecha ensenada donde los barcos descansan sobre aguas tan claras que se distinguen las sombras en el fondo. Desde ahí, el sendero se interna entre pinos y roca blanca hasta llegar a Port Pin, más pequeña y resguardada, perfecta para detenerse a nadar o simplemente descansar frente al mar.
El tramo final hacia En-Vau, la más espectacular de las tres, exige algo más de esfuerzo físico: un hike de subida y bajada por terreno irregular que recompensa con una vista impresionante del acantilado y el mar turquesa. En verano, muchos prefieren combinar la caminata con una travesía en kayak desde Cassis; es una manera diferente de apreciar las calas desde el agua, atravesando cavernas y formaciones rocosas que solo se revelan desde el mar.
Las rutas están bien señalizadas, pero conviene llevar calzado adecuado, suficiente agua y salir temprano para evitar el calor del mediodía. Lo ideal es tomarse el día completo.
Aunque las Calanques son cada vez más populares, mantienen una atmósfera salvaje. No hay servicios turísticos masivos ni música ni vendedores. Esa mezcla de esfuerzo físico, silencio natural y espectaculares vistas convierte la experiencia en algo realmente único.
Tip: Si optas por explorar en kayak desde Cassis, contempla al menos 3 4 horas para alcanzar la cala de En Vau (se hace aproximadamente 1 hora de remo) y regresar sin prisas. También asegúrate de rentar el kayak con un operador autorizado.
Recorrer esta parte menos conocida de la Côte d’Azur —entre Toulon, Cassis y las Calanques— permite descubrir una Francia distinta: más terrenal, más activa y menos filtrada por los clichés del lujo. Aquí el Mediterráneo no solo se contempla, se vive. Es un destino que combina el aire marino con el turismo de aventura, y que recuerda que, a veces, lo más valioso de un viaje no es el lugar al que se llega, sino la forma en que uno lo explora.

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