Por Gabriel Moyssen
La República Argentina asumió la presidencia pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) el pasado 7 de enero, para dar inicio a un proceso anual en el que destacan la consolidación del acercamiento regional con China, el combate al cambio climático y los esfuerzos para remontar la crisis generada por la pandemia de Covid-19.
Al clausurar la 22 Cumbre de Cancilleres del organismo en Buenos Aires, el presidente argentino, Alberto Fernández, elogió el trabajo desarrollado el año previo por México y resaltó que “los hermanos mexicanos llevaron adelante la presidencia pro tempore en condiciones de extrema dificultad por la pandemia y la crisis; a pesar de ello, lograron revitalizar una CELAC que hoy está más viva y fortalecida que nunca”, tras asegurar que dará continuidad a los acuerdos alcanzados, como la creación de un fondo para enfrentar el calentamiento global.
“En mayor o menor medida, a todos nos atraviesan los efectos negativos de la mutación del clima; sin embargo, nuestra América insular y el Caribe vienen padeciendo esos efectos de un modo mucho más preocupante”, enfatizó Fernández, quien días más tarde, como parte de su primera gira internacional del año, que incluyó a China y Rusia, visitó Barbados en un gesto que, para la prensa argentina, no puede separarse de la proclamación de una república en el país antillano y el virtual rompimiento de su lazo político con Gran Bretaña, así como del arranque de la “Agenda Malvinas 40 años” en Buenos Aires.
“La CELAC -dijo- no nació para oponerse a alguien, CELAC no nació para enfrentarse con alguna de las instituciones existentes, CELAC no nació para inmiscuirse en la vida política y económica de ningún país, nació como un foro a favor de nosotros mismos que siempre promovió el consenso y la pluralidad”, subrayó al distanciarse de la postura de México sobre la Organización de Estados Americanos (OEA), que ha sido muy crítica con su secretario general, Luis Almagro, por su cercanía con Washington y el papel que jugaron en las elecciones de Bolivia y el derrocamiento del presidente Evo Morales en 2019, hasta el grado de afirmar, mediante el canciller Marcelo Ebrard, que se busca decir “adiós a la OEA en su sentido intervencionista, injerencista y hegemonista”.
A su vez, el ministro de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto de Argentina, Santiago Cafiero, delineó que la CELAC continuará fortaleciendo el diálogo “con la Unión Europea, China, India, Rusia y la Unión Africana, entre otros”
Cabe destacar que si bien la candidatura argentina a la dirección del organismo tuvo apoyo generalizado, se encontró con el rechazo de Nicaragua luego de que en 2021 el país sudamericano condenó en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas la detención de líderes opositores en Managua previo a los comicios que ganó el presidente Daniel Ortega.
El voto del Caribe
Sin embargo, México impulsó el respaldo centroamericano para Argentina y el gobierno de Fernández pagó incluso los boletos a Buenos Aires de los representantes de Guyana, Trinidad y Tobago, San Vicente y las Granadinas, y San Kitts y Nevis, cuyos votos podían emitirse a distancia.
Por su lado, Ebrard recordó que en la gestión mexicana la CELAC se enfocó en promover la producción de vacunas anti Covid-19 de la firma AstraZeneca en Argentina y México que ha distribuido dos millones de unidades en la región. Además, se formó una red de virólogos para compartir informes y se avanzó hacia las compras en bloque de medicamentos, ya que en forma individual los estados pagan un 30 por ciento o más respecto a los precios internacionales.
Fundada en 2011 en Caracas a iniciativa de México con 33 países, sin la presencia de Estados Unidos y Canadá, la CELAC prácticamente languideció en sus metas de profundizar la integración y asumirse como un interlocutor “válido y efectivo ante terceros países, socios extrarregionales y en los diferentes foros multilaterales”, según la Secretaría de Relaciones Exteriores de México.
No obstante, la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador apostó por darle nuevos bríos tras un “proceso de reflexión” que llevó a la VI Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno del 18 de septiembre de 2021 en la Ciudad de México, dos días después de los festejos por el 211 aniversario de la independencia del país, que tuvieron como invitado especial al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel. Se trató apenas de la primera vez en casi cinco años en que los mandatarios latinoamericanos aceptaron reunirse en la CELAC, que abandonó el brasileño Jair Bolsonaro en 2020, de la misma forma en que rompió previamente con la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en paralelo a Chile, Argentina, Paraguay, Colombia y Ecuador.
Es importante resaltar, en este marco, que en diciembre la CELAC y China firmaron el Plan de Acción Conjunta para la Cooperación en Áreas Clave 2022-2024, que mediante siete puntos aumentará el intercambio entre gobiernos, empresas e instituciones financieras en el desarrollo de infraestructura y en asuntos económicos, políticos y de seguridad que se suman a acuerdos previos con EU, Canadá, la Asociación de Países del Sudeste Asiático (ASEAN), la UE, Turquía, Japón y Rusia.
La relevancia del convenio fue puesta de manifiesto por Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), luego de señalar que en 2020 China fue el “único mercado relevante” donde crecieron las exportaciones regionales.
En una entrevista con la agencia Xinhua, Bárcena enfatizó que el coloso asiático “puede sumarse también en el sector de energías renovables”, ya que se ha convertido en un “potente” productor de baterías eléctricas y ahí podría dar valor agregado al litio del subcontinente, una línea de colaboración en la que se debe “profundizar”.
De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la región necesitará invertir 3.1 por ciento de su Producto Interno Bruto por año para lograr los Objetivos de Desarrollo Sustentable hacia 2030. El 59 por ciento de esa cantidad se destinaría a nueva infraestructura y el resto a mantenimiento y reemplazo de la existente, por lo que se complementaría con la iniciativa china de la Nueva Ruta de la Seda y sus vínculos comerciales en Asia, Europa y África.
Colaboración pragmática
Además, el acuerdo entre la CELAC y Beijing hace hincapié en la “cooperación económica pragmática” en nueve áreas que van de la agricultura y la alimentación a la ciencia y la tecnología de la información, turismo, aviación, aduanas, impuestos y energía, lo que abre para América Latina la oportunidad de aprovechar el avance chino en la manufactura de punta y la Cuarta Revolución Industria (4IR) que abarca la inteligencia artificial, robótica y el internet de las cosas.
La nación asiática es una de las potencias que reconoce el peso que puede adquirir la CELAC, por lo que describe al Foro China-CELAC, establecido en 2014, como una plataforma estratégica de cooperación con mecanismos institucionales, reglas y planes bien definidos. No es raro, por ello, que en su visita a Beijing el presidente Fernández se reuniera con su homólogo Xi Jinping en la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno y que elogiara su “alianza estratégica”, que avaló la entrada de Argentina a la Nueva Ruta de la Seda con inversiones por 23 mil 700 millones de dólares, 13 convenios de colaboración y el respaldo de China a su soberanía en las Malvinas.
El desafío para el crecimiento del intercambio al interior de la CELAC, así como entre sus miembros con China, sin duda pasará en los próximos años por la prueba de una estabilidad institucional que sobreviva los vaivenes políticos y los cambios de orientación ideológica en cada estado. Si bien este aspecto ya quedó prácticamente superado en la relación con China, que es el mayor socio comercial de América Latina con las excepciones de México, Colombia y Centroamérica, el caso de la Unasur muestra que persisten obstáculos para la integración de la “patria grande” ensalzada por Fernández.
En el pasado gobierno del conservador Mauricio Macri (2015-2019) la prioridad de Argentina fue revitalizar los nexos con Estados Unidos y la UE. A un año de los comicios en el país sudamericano, el peronista Fernández y su alianza Frente de Todos se hallan ante un panorama complicado para su reelección por la pérdida del control del Senado y el debilitamiento de su mayoría en la Cámara de Diputados en 2021, a lo que se añaden las pugnas internas por la renegociación de la deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que asciende a 44 mil millones de dólares.