“El proceso para la adhesión de Costa Rica y Ecuador a la AP recibió un importante impulso en octubre pasado, durante la XXVI Reunión del Consejo de Ministros del mecanismo efectuada en la Ciudad de México”.
Por Gabriel Moyssen
La XVII Cumbre de la Alianza del Pacífico (AP), a celebrarse el 25 de noviembre en Oaxaca, México, puede ser el escenario donde se concrete el ingreso a este bloque comercial de Costa Rica y Ecuador, así como un mayor acercamiento al nuevo gobierno de Brasil que asumirá en enero de 2023 el presidente electo Luiz Inácio Lula da Silva.
El proceso para la adhesión de Costa Rica y Ecuador a la AP recibió un importante impulso en octubre pasado, durante la XXVI Reunión del Consejo de Ministros del mecanismo efectuada en la Ciudad de México, luego de que se acordó establecer grupos de trabajo provisionales que preparen su incorporación; también se recibió al ministro de Relaciones Exteriores costarricense, Arnoldo André Tinoco y su contraparte ecuatoriano, Juan Carlos Holguín, quien fue acompañado por Julio José Prado, ministro de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca del país sudamericano.
Como parte de los acuerdos adoptados, se aceptaron por unanimidad las solicitudes de Arabia Saudita y de Malta para sumarse a los más de 60 Estados observadores de la AP -formada por México, Chile, Colombia y Perú-, mientras que como Estados asociados se cuentan Canadá, Australia, Singapur y Nueva Zelanda.
De igual forma, se revisaron los aspectos logísticos y sustantivos del encuentro que tendrá lugar en la ciudad de Oaxaca, marco en el cual el presidente Andrés Manuel López Obrador, tras celebrar la victoria de Lula en la segunda ronda de los comicios en Brasil el 30 de octubre, invitó al mandatario electo y al presidente de Argentina, Alberto Fernández, cuyos países representan la columna vertebral del Mercado Común del Sur (Mercosur).
Como primera respuesta, Lula destacó que por entonces el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, aún no reconocía su derrota en las urnas, lo que generó incertidumbre y bloqueos en las carreteras por parte de sus seguidores, que llegaron al extremo de pedir un golpe militar para impedir el regreso al Pálacio da Alvorada del exlíder sindicalista.
López Obrador confirmó la asistencia del mandatario chileno Gabriel Boric e hizo un “exhorto respetuoso” al Congreso peruano para que autorice la visita del presidente Pedro Castillo, quien recibiría de México la presidencia pro tempore de la AP. No obstante, al asediado Castillo, quien enfrenta una demanda constitucional del Ministerio Público Fiscalía de la Nación ante el propio Legislativo por organización criminal, tráfico de influencias y colusión, que se agrega a seis investigaciones previas, no se le permitió viajar a Europa del 12 al 18 de octubre, de la misma forma en que en agosto tampoco pudo asistir a la toma de posesión del presidente colombiano Gustavo Petro en Bogotá.
Ayuda para Castillo
Por afinidades ideológicas obvias, en 2021 AMLO despachó a Lima asesores de las secretarías de Hacienda, de Relaciones Exteriores y de Bienestar, encabezados por el titular de la primera, Pedro Ramírez de la O, para ayudar a sostener en el poder a Castillo, quien asumió en julio de ese año y corre el riesgo de no terminar su gestión, igual que varios de sus antecesores envueltos en denuncias y escándalos de corrupción como los sobornos de la constructora brasileña Odebrecht. En agosto surgieron versiones de que recibiría asilo político en México, después de entrevistarse en la capital peruana con el canciller Marcelo Ebrard.
El hecho de que Castillo no pueda asumir en persona la dirigencia pro tempore de la Alianza del Pácifico no impedirá, sin embargo, que continúe el proceso de integración del organismo en esta época de convulsiones y reacomodos geoestratégicos. Fundada en 2011, la AP se convirtió en una opción frente al Mercosur por tender un puente a la cuenca del Pacífico que dio prioridad al sector económico. Con 230 millones de personas, concentra 42.9 por ciento del Producto Interno Bruto y 45.9 por ciento de la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe, por lo que Germán Umaña, ministro de Comercio, Industria y Turismo de Colombia, la llamó “fundamental” para la “internacionalización con rostro humano”, durante la XXVI Reunión del Consejo de Ministros en México.
De enero a agosto de este año, las exportaciones colombianas a la AP aumentaron en 40.7 por ciento con respecto al mismo periodo de 2021 para alcanzar 2 mil 900 millones de dólares y en su mayoría estuvieron compuestas por bienes no mineros y energéticos, lo que estimula la diversificación de las ventas de ese país.
Por supuesto, el camino de la alianza no está libre de obstáculos y en Costa Rica, por ejemplo, existe un amplio debate en el que incluso especialistas han calificado la entrada al bloque como una “locura” por las desventajas en competitividad que dañarían el rubro agropecuario, donde se negociaron exclusiones en los tratados de libre comercio con otros socios. Aún así, después de que el presidente Rodrigo Chaves reactivó en julio el proceso de adhesión, 7.5 por ciento de las exportaciones costarricenses van a la AP, que aportó 7.7 por ciento de la inversión extranjera directa en San José entre 2017 y 2021.
En cuanto a la invitación de López Obrador a Lula, es necesario subrayar que más allá de la retórica, parece inscribirse en estrategias ya planteadas por su antecesor Enrique Peña Nieto, quien en 2018 auspició una reunión entre la Alianza del Pacífico y el Mercosur con motivo de la XIII Cumbre de la AP en Puerto Vallarta, México. Ante las amenazas proteccionistas de la administración Trump en EU y su guerra comercial con China, Europa y nuestro país, ambos bloques acordaron estudiar la cooperación para un modelo regional que favorezca la inclusión social, profundizando la lucha contra la pobreza y la inequidad, objetivos que cobran vigencia a la luz del duro retroceso causado por la pandemia de Covid-19 y la crisis económica actuales.
En ese sentido, desde 2014 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) recalcó la “necesidad y urgencia” de que la AP y el Mercosur, dado su limitado intercambio, buscaran la convergencia para aprovechar el auge de los mercados asiáticos, mediante un plan de facilitación comercial y reglas comunes de calidad y seguridad. También recomendó la acumulación de origen como un incentivo para la integración productiva al favorecer las cadenas industriales de valor y facilitar la movilidad de las personas en los sectores del turismo y negocios.
Acercamiento irremediable
Para lograr la convergencia. sostuvo un estudio de la Universidad Católica del Uruguay, un mayor acercamiento entre México y Brasil “es irremediable”; aunque Lula se mostró sorprendido por la invitación de López Obrador a Oaxaca, la salida del país sudamericano al Pacífico es parte de las metas estratégicas de Brasilia desde hace mucho tiempo y está en marcha a través de al menos dos proyectos de notable relevancia en el subcontinente, el Corredor Bioceánico, que acortará distancias y reducirá costos de transporte entre puertos de Brasil y de Chile, así como la ampliación a Pucallpa, Perú, de la carretera BR-364 de 4 mil kilómetros que conecta los estados brasileños de Sao Paulo y Acre.
De hecho, ya existe una carretera con esta función, la BR-317, llamada “carretera del Pacífico” o “Interoceánica” que une la localidad fronteriza de Assis, en Brasil, con Iñapari, en Perú. Sin embargo, la extensión en 230 kilómetros de la segunda vía mencionada recortaría la distancia entre Río Branco, Brasil, y Lima en mil 600 kilómetros, lo que abarataría las importaciones brasileñas y consolidaría las ventas del gigante sudamericano en China, que en 2021 absorbió 34 por ciento de sus exportaciones agroindustriales.
En junio, Paraguay reportó avances en la construcción del Corredor Bioceánico que atravesará su territorio en el Chaco desde Porto Murtinho, Brasil (cerca de Sao Paulo y Santos), hacia el norte de Argentina para desembocar en puertos del norte chileno como Antofagasta e Iquique. Hay asimismo planes para construir un ferrocarril desde el centro de Brasil hasta Pucallpa y otro entre Santos, el mayor puerto latinoamericano, e Ilo, en Perú, cruzando Bolivia.
En todos los casos, se trata de ambiciosos proyectos que tendrán un fuerte impacto en el equilibrio ambiental del planeta al adentrarse en regiones prácticamente vírgenes de la selva amazónica, del Cerrado -una extensa sabana tropical y subtropical- en Brasil y del Gran Chaco -bosque seco- que comparten Bolivia, Paraguay, Argentina y Brasil. Su eventual desarrollo y la forma en que se armonicen los numerosos intereses que confluyen ahí determinará, sin duda, buena parte del futuro sudamericano.