El nuevo canciller alemán

Por Emb. Alejandro Díaz Pérez Duarte

Los resultados de la elección alemana del 26 de septiembre fueron lo que apuntaban las encuestas: alta participación y voto muy dividido; el partido más votado fue el SPD seguido muy de cerca por sus competidores democristianos (CDU/CSU), más lejanamente por Los Verdes y aún más lejos por los liberales (FDP). Los radicales de derecha (AfD) y los radicales de izquierda (Die Linke) superaron la barrera del 5%, mínimo que les permite entrar al Parlamento (Bundestag) y tener derecho al reparto de diputados de su lista partidaria pero seguirán estando lejos de las decisiones gubernamentales.

Asociación de votantes del sur del Land de

 Schleswig que representa a la minoría danesa

La participación de votantes fue de casi 77% de los ciudadanos. Dado que por el número de mandatos directos logrados por partidos de baja votación, en esta ocasión los asientos a repartir en esta legislatura se elevaron a 736, muy por encima de los usuales 598. Una reforma de ley prevista para constreñir el número de diputados, en realidad arrojó el resultado inverso. Como la ley garantiza que el porcentaje de asientos de cada partido obtenga corresponda con el porcentaje que obtuvo en las urnas, el que algunos minipartidos obtuvieran mandatos directos por encima de su porcentaje de votación forzó a incrementar el número de asientos a repartir. Este insólito aumento aseguró que el porcentaje de diputados en el Bundestag correspondiera al de votos. 

En muchos regímenes, inmediatamente después de una elección el Parlamento procede a elegir a quien encabezará el nuevo gobierno y a sus ministros, así como a la jura del cargo de todos ellos. Pero cuando en una elección no hay un ganador con más del 50% de los votos, el partido más votado debe negociar con otros partidos hasta lograr construir una mayoría, es decir hasta que garantice el apoyo de al menos la mitad más uno de los miembros del Parlamento.

En esta ocasión le correspondió al dirigente del partido triunfador, Olaf Scholz, encabezar las negociaciones con otras fuerzas políticas para lograr una mayoría estable. La que se vió factible (ver tabla) fue una coalición del SPD (identificado con el color rojo) con Los Verdes y los Liberales (identificados con el color amarillo), llamada por los colores de los partidos integrantes como la “Coalición Ampel” (Semáforo). Éstos tres partidos iniciaron conversaciones desde el 21 de octubre a través de 22 grupos especializados que cubrieron todos los campos que abarca el programa de gobierno común, buscando anticiparse a cualquier diferencia de opinión entre los partidos de la mayoría gobernante.

La mayor dificultad de la “Coalición Ampel” fue que Verdes y Liberales se pusieron de acuerdo entre ellos pues el SPD tiene posiciones más centristas, cercanas a ambos partidos. Las diferentes posiciones en temas de Desarrollo, Ecología, Economía, Impuestos, Migración y Uso de cannabis, entre otros, estaban inicialmente muy lejos del consenso. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, el interés por alcanzar un acuerdo los hizo esforzarse. Se habló desde un principio de la intención de tener un acuerdo en seis semanas para llegar a la sesión de investidura a más tardar en la segunda semana de diciembre.

Empeñados en tener éxito, el SPD no quiso volver a intentar una nueva Gran Coalición con los democristianos (CDU/CSU) ni menos convocar a repetir la elección. A pesar de que al principio de las negociaciones una encuesta mostraba que sólo el 23% de los alemanes creía que se lograría el éxito a corto plazo mientras casi el 50% opinaba que se alargarían. Cabe aclarar que en la elección anterior (2017) con porcentajes similares a los actuales (pero entonces favorables al CDU/CSU) se logró formar gobierno hasta el siguiente 14 de marzo.

Cuando los dirigentes de los tres partidos de la coalición anunciaron el 22 de noviembre que habían logrado el consenso, sorprendieron al país agradablemente. Casi todo estaba arreglado. El convenio de coalición, de 179 páginas a renglón cerrado (en 14 puntos para facilitar su lectura) estaba listo para ser presentado a las instancias partidarias respectivas para su ratificación. Sólo Los Verdes tienen un procedimiento ágil para su aprobación porque hacen la consulta vía internet a sus agremiados, pero tanto el SPD como el Partido Liberal deben presentarlo, discutirlo y aprobarlo en una convención partidista. Y convocar a una toma tiempo, especialmente en estos tiempos de pandemia. Cuando las tres instancias partidistas hayan aprobado el convenio se convoca al Parlamento para la sesión especial para nombrar formalmente al nuevo Canciller de Alemania y a sus Ministros. Apenas entonces Ángela Merkel cesará sus funciones después de 14 años como Canciller,

El convenio de referencia es amplio y detallado como debería esperarse de un documento de origen germano, conteniendo referencias específicas sobre asuntos laborales, de salarios, de no aumento de impuestos, de apoyo al empleo, a la vivienda, a la neutralidad energética, de fomento a la investigación, de reducción de requisitos y agilidad para permitir la naturalización de migrantes que contribuyan al desarrollo del país, definición de la edad mínima para votar y hasta del uso recreativo de la cannabis (marihuana).

Este convenio de coalición es un monumento al consenso: tuvieron que construir el acuerdo entre quienes buscaban restringir el uso de productos que dañan el ambiente (como los plásticos) mediante impuestos y quienes establecieron como norma no crear nuevas cargas fiscales ni incrementar la deuda pública, entre quienes buscan fomentar las pequeñas y medianas empresas y quienes prefieren apoyar a la gran industria. De la misma manera se acordó un salario mínimo aceptable para trabajadores y empleadores, así como proponerse construir casi medio millón de viviendas nuevas con los recursos actuales disponibles.

Para muestra basta considerar un tema que pudiera pensarse que no es controvertido como el de Transporte (Movilidad), para no mencionar otros más álgidos como Cambio Climático, Ecología, Finanzas o Política Social donde hay diferencias ideológicas complicadas. Movilidad para los liberales es permitir que los ciudadanos decidan qué medio de transportación prefieren usar mientras que para Los Verdes y el SPD el fomento al transporte público tiene prioridad sobre el uso del vehículo privado. Aquí hubo que negociar un consenso que satisficiera a todos.

Antes de la aprobación de las instancias partidistas ya se asignaron qué partidos encabezarán los diferentes ministerios, aunque hasta el momento no se hayan revelado el nombre de los titulares . En el convenio de coalición se establece que el SPD encabezará 7 ministerios: de Cooperación y Desarrollo, Defensa, Interior, Sanidad, Trabajo, Vivienda, así como la Jefatura de Cancillería que en Alemania está a nivel ministerial. Los Verdes encabezarán 5: Alimentación y Agricultura, Economía, Exteriores, Familia y Medio Ambiente. Finalmente, los liberales estarán al frente de Educación, Finanzas, Justicia y Transporte. Cabe aclarar que la cartera de Sanidad no atraía a ningún partido no sólo por motivo de la pandemia sino porque éste rubro es de competencia de los estados y no del gobierno federal, por lo que su trabajo es de coordinación de las instancias locales y con las normativas de la Unión Europea.

La sesión de investidura de Olaf Scholz y sus ministros es la culminación del trabajo que durante 14 años realizó la Canciller Merkel buscando el  consenso. La herencia de Ángela Merkel quedará en esa sesión como un pilar sólido para seguir construyendo un gran futuro para Alemania.

Olaf Scholz, dirigente del partido triunfador, SPD.
Olaf Scholz, dirigente del partido triunfador, SPD.
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