Por Susana Meza Serrano
Cuando compramos un producto ya sea de manera presencial o en línea, buscamos que llegue a nuestras manos en óptimas condiciones y lo más pronto posible, pero para lograr estos objetivos, un buen empaque garantiza que el producto no solo se proteja, conserve y llegue a su destino en perfecto estado físico, sino que un buen empaque, es también referencia de imagen y atención al consumidor.
Para tener una panorámica completa sobre la importancia de un buen empaque y su futuro, comenzaremos por definir los conceptos: envase, empaque y embalaje.
El envase, lo podemos identificar por contener el producto, es decir, la botella, frasco, caja o bolsa que tiene contacto directo con la mercancía adquirida y llega a formar parte integral de él, incluso el envase es tan importante que en muchas ocasiones, debe cumplir ciertas normas y/o estándares de calidad que eviten afectar químicamente al producto, ya que una mayor acidez o alcalinidad en un envase puede significar una grave alteración al contenido, ejemplos de ello son: envases para la industria farmacéutica, cosmética, química, alimentos y bebidas, por mencionar algunas que son altamente sensibles al tema del envasado.
Por otro lado, el envase en muchas ocasiones forma parte de la presentación y facilita la venta, tal como se puede ver en la industria del perfume, donde más allá de una fragancia, aroma o esencia, la venta se enfoca en un envase muy estético, de fácil transportación que incluye profundos estudios en el que el diseño y la psicología aplicada al marketing, entran para responder a necesidades específicas del público que se busca cautivar con solo mirar un seductor y bello envase.
Cabe decir que en algunos productos, el envase y el empaque cumplen funciones similares, como son el permitir la manipulación, almacenaje y hasta el transporte, como ocurre en la industria cervecera, vinos y licores, sin embargo esta situación cambia cuando hablamos de cantidades, ya que al buscar transportar más de una pieza o botella, el empaque tendrá una función primordial para no solo apoyar a una práctica movilidad, sino que el consumidor tenga acceso a una cobertura total de su necesidad tanto de acceso al producto, como la cantidad y ahorro en tiempo llevando en una sola exhibición varias piezas de un mismo artículo, es de esta forma que llegamos a la definición del empaque, la cual podemos expresar como la presentación comercial de un producto, que asegura una transportación sin daño y limpia, ya que impide que el envase y el contenido entren en contacto con el exterior a fin de mantener en condiciones físicas óptimas de temperatura, luz y hasta humedad a los artículos, por otro lado, el empaque apoya la comunicación inmediata con el consumidor debido a que no solo posee información importante de conservación y/o almacenaje, uso, certificaciones sanitarias, reconocimientos comerciales y sellos de inviolabilidad que garantizan la calidad y buen estado de la mercancía, sino también diseño donde aparecen la marca, slogans y en ocasiones la estética es tan importante como la del envase, tal es el caso de las industrias de los artículos para el cuidado personal, alimentos, bebidas, industria química, biológica, electrónica y hasta materias primas, entre otras, las cuales dependen de un buen empaque para garantizar que los componentes y productos terminados, vayan a estar en perfectas condiciones y sin alteraciones.
Con base a lo anterior se desprende la definición del embalaje, que es aquel material que protege, contiene y conserva los productos envasados y empacados. El embalaje está orientado a preservar el producto durante su transporte, sin duda podemos encontrar muchos materiales que sirven para embalar y van más allá de la caja de cartón, ya que la sofisticación del embalaje es directamente proporcional a la fragilidad de la mercancía que se transporta, por ello encontramos materiales térmicos, aquellos con burbujas de aire, poliestireno expandido, cartones con pliegues y grosores especiales, en fin todo un universo de embalajes para evitar algún daño, ya que un mal embalaje puede significar la pérdida total de un artículo, lo cual desemboca en un problema de proveeduría y esto puede llegar a reclamaciones, cancelaciones de pago, reembolsos y en casos extremos la ruptura comercial entre vendedor y comprador.
Es en este punto y una vez definidos los conceptos anteriores, que viene la encrucijada sustentable, debido a que las combinaciones de envases primarios, secundarios y sofisticación de cómo proteger los productos ha cobrado un alto precio ecológico, debido a que la basura y hasta los métodos de producción de estos materiales para envasar, empacar y embalar mercancías generan grandes cantidades de contaminantes que filtran el suelo, el agua, el aire y son un peligro para la fauna y flora, es por ello que conscientes del impacto ecológico nos encontramos en la búsqueda de materiales biodegradables.
El plástico había sido la gran respuesta durante más de 70 años, por ser barato, ligero, práctico, irrompible y de creación masiva, pero lamentablemente resultó ser altamente dañino y de difícil degradación ecológica, por lo que sustituirlo es complejo, pero muy necesario, de hecho Nielsen Holdings Inc., empresa estadounidense abocada a la medición de información, datos y mercado, confirma que más del 45% de los consumidores alrededor del mundo están dispuestos a cambiar de marca por otras más sustentables y una amplia mayoría estaría dispuesta a cambiar sus hábitos de consumo, lo cual será un fenómeno cada vez más visible conforme pasen los años, no solo por la inminente necesidad de frenar y contrarrestar el cambio climático, sino porque las generaciones que van desde los “Baby boomers” hasta los “Centennials”, tienen una creciente conciencia ecológica y ello forzará la utilización de nuevos materiales.
De acuerdo a las normativas internacionales, un empaque biodegradable, es aquel cuyo 90% de su materia deberá degradarse ecológicamente en 9 meses; para lograr esta condición, componentes como el ácido láctico o derivados del almidón, así como los “BIO aditivos”, han sido parcialmente la respuesta a esta necesidad, sin duda el más común de los conceptos para la sustentabilidad sobre esta materia es el uso de material reciclado, lo cual sigue el principio de que reutilizar un componente buscando la optimización del empaque, pero ello es loable el esfuerzo de empresas como Ecologic-Brands, creada en el año 2008 en California, Estados Unidos, se abocó al diseño de empaques y conceptos alimenticios biodegradables, buscando en distintos materiales orgánicos encontrar sustitutos del plástico; el resultado no sólo son empaques biogradables y eficaces para conservar el contenido en buen estado, sino también atractivos a la vista mediante materiales como: paja de trigo, lana, cáscara de huevo, celulosa, empaques realizados a base de composta, cartones con diseños que dejen pasar el aire para garantizar que los artículos frágiles se conserven, botellas de papel que permiten contener líquidos, las cuales impiden que el contenido se escape, debido a su interior con 60 % menos plástico que las botellas normales, gracias a su estructura de monopolímeros no laminados reciclables.
Aún falta mucho por investigar y lograr para poder sustituir el plástico y sus derivados en el mundo del envasado, pero los niveles de contaminación generados por el abuso de estos materiales han desembocado en una imperativa búsqueda por alcanzar una respuesta ecológica que garantice que los envases, empaques y embalajes cubran las necesidades específicas del cliente y al mismo tiempo puedan tener un impacto ambiental mínimo.
El ser humano siempre se ha caracterizado por su creatividad para resolver problemas y los requerimientos ecológicos demandan nuestro apoyo y así como buscar satisfacer a nuestros clientes dando el mejor producto y servicio, llegó el momento de invertir en materiales de embalaje y envasado que permitan al planeta respirar y redescubrirnos como la especie dominante por ayudar a la subsistencia de las demás, pensando siempre el cómo evitar que nuestro planeta se transforme en un basurero.